
Resulta que el golfista se vio enfrentado de pronto a su yo interno y aquel monstruo era repulsivo y contrariaba las exquisitas proporciones de los hombres del golf. Pero era su reflejo, un pedazo de sí mismo, y por tanto, un igual. Le enseñó entonces los secretos de este honorable deporte.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home