EL INFIERNO BLANCO (FRAGMENTOS)
I.
La muerte me convoca a soñarla,
y acudo a la cita;
el sol ilumina lugares lejanos
y aquí todo es color ceniza.
Interrogo a las tumbas,
y me responden con su
silencio de polvo,
voy a ir al jardín de los vivos
a ver como se marchitan sin saberlo.
Una ley tácita y eterna:
¡vivir es morir!
Los fantasmas de mis delirios
escriben epitafios,
y la guadaña quiere
sangre fresca.
II.
Pasan los días, el tiempo,
los momentos: nada regresa.
Crees saberlo,
y sin embargo sigues esperando
que algo suceda,
que alguien revierta tu destino.
No huyas más; nadie vendrá.
Deja que tu soledad te estremezca,
y vive intensamente:
la muerte no espera.
VII.
Todo lo que te rodea
está dentro de ti;
todo es un juego,
una ilusión, un truco:
la soledad es tu cuna
y tu epitafio
irremediablemente.
XI.
Dejo los libros sobre la mesa,
vuelvo a la noche,
a los sueños que me absorben
como agujeros negros,
a esta inútil persistencia
de arrojar migas
en el camino,
por el que no he
de volver.
Andrés Florit
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