Monday, January 22, 2007

Odas Fácticas

Fáctica Primera

No vive este hombre para su causal
sin antes caer de espalda
por el terror de un día cualquiera
en que le vengan con razones
y le digan tramos señalando
unos cuantos metros de avance
para sí.

Ha llevado el carrito
no sabe si para atrás o para adelante.
A ratos quisiera negar la pertinencia
de aquel fulgor del que tanto hablan.

Y luego le arriman con promesas de tanta cosa.

Pudiera en el fin y el comenzar de un tramo
presentir cierto desajuste,
pero un llamado a su espalda lo corrige
y prefiere seguir,
llenar la cama con sus flujos y sus hijos.
Le dicen sus parientes que está bien.
Esa turba de aduladores lo martillea de vez en cuando.
“Somos una familia unida,
cuando estuviste mal te ayudamos.”
Y así recobra las anchas puertas de la casa materna
para hablar un poco.
No puede mermar el barullo con que arremeten sus sobrinos,
hijos de los que alguna vez lo llamaron inútil.

“Refréscate, hombre.
Sírvete algo aquí con tus hermanos.”

Mientras todos,
sonrientes,
se llenan los vasos con ripio.

Ángel Valdebenito Verdugo

INRI

Qué dolor
miro al costado
y me duelen todas las lanzas
incluso los pinchos de las aceitunas

No me tocan
también me duele

Hay sangre hago silencio
lágrimas
no existo
me estoy quemando

Podría alzar la cruz y convertirla en pájaro
al monte en lago
ahogar a los torturadores
transformar al centurión en cordero y derretir los clavos

Perdóname
a veces no entiendo lo que hago

Antonio Lumasyan

El tallador de crucifijos

Talla mal al Cristo,
el dolor como si fuera el suyo,
los ojos como si le vieran misericorde
a cada sacado.

Y falla.

Falla cada golpe con que exacerba las llagas
como si no tuviera suficiente ya.

Falla al recordar con odio en sus oídos las risotadas
con que le hicieron subir a la colina.

Falla si los clavos que cruzan sus rodillas no son también los clavos
que atraviesan a todos los arrodillados que no son escuchados
esta noche. No pueden esperar más.
Esos que rezan con miedo, desesperación
a la orilla de una cama o en una sala de clases y apenas juntan las palabras;
esos que un pasillo de hospital o templo
cierran los ojos y te piden con su propia vida a cambio
y no son escuchados.

Talla mal al Cristo y lo sabe.

Como sabe que quien trabaja en la madera de los hombres,
su arte,
no dice basta. Orden.
Impune canta: "no a la usura","Yo no busco tocarle las bolas al becerro de oro".
Y su familia muerde el pan exiguo.

Talla mal al Cristo
si hace que las espinas corten;
las uñas no estén sucias de tierra y arena
sangre y tinta;
Porque ya no es un juego.
Porque la iglesia a esta hora es una cueva de ladrones.
Porque soy un hombre que no ha perdonado
y lo que sale de mis manos
no sirve para vivir
en temor de Dios
o en amor al prójimo.

Ernesto González Barnert

Patria

Patria mía dilecta y bien montada,
yo soy ese utilero que durmió en tus pastos,
ardiente el corazón de flojera.

Uno más de estos quince millones de palos parados.
Uno que usó tu uniforme en paz
y lo devolvió a las bodegas como si nada.
En todo caso verás dilecta patria mía que no he sido
de esos otros, yo no he sido un cero a la izquierda,
un malhablado vendedor de tus terrenos.

Tú y yo
compartimos esta fascinación por las escenas campestres
que aplaudimos con algarabía;
orgullo de pertenecer al kilómetro 15, al 100
o al 727.

Antes merodeaba los sembrados en dirección a otras barracas,
vivir sentado, si pudiera vivir sentado;
he ahí el gran proyecto de un hombre,
pero esa suerte de artificio ya no es mi parte de tierra,
mi lugar en esta casa.
Recuerda el sueño reclutón de aplanar casuchas,
en vano esperarías de mi cuerpo un gesto más que este voltearse solo,
a un grito, a un solo grito de distancia de la realidad.

Ángel Valdebenito Verdugo


Friday, January 12, 2007

“Escribir es desnudarse escribir es vestirse
Pero el vértigo no viste, viste el rojo, el pájaro de sangre”
Eduardo Milan.

La nostalgia es un objeto parecido
a los grafos borroneados sobre papel sepia
o al celuloide craquelado que hace difusa
una escena grisácea como lo es el tiempo y el olvido.

El poeta es un semi dios tuerto
un retratador de espejos trizados, en los que se sabe deforme
caracol situado en su cadalso de curvas saladas
cuyo palimpsesto es una línea húmeda
diluida por la caída del polvo sobre polvo.

Pero sus poemas no son tan necesarios como una manzana podrida
que espera hacerse fertilizante.
Una manzana enquistada por las agujas de sus dedos
giratorios que la arrojan hacia el cielo para contemplar
su caída sobre los albos campos de algodón.

De mi mano brota un Ruiseñor con sus alas en llamas
que aleteando esparce sus cenizas sobre la nieve
en ellas está mi sangre, que pronto será río estruendoso

Sólo el sonido de las fuentes me hace sentir vivo.

Guido Arroyo

Monday, January 08, 2007

EL INFIERNO BLANCO (FRAGMENTOS)

I.
La muerte me convoca a soñarla,
y acudo a la cita;
el sol ilumina lugares lejanos
y aquí todo es color ceniza.
Interrogo a las tumbas,
y me responden con su
silencio de polvo,
voy a ir al jardín de los vivos
a ver como se marchitan sin saberlo.
Una ley tácita y eterna:
¡vivir es morir!
Los fantasmas de mis delirios
escriben epitafios,
y la guadaña quiere
sangre fresca.

II.
Pasan los días, el tiempo,
los momentos: nada regresa.
Crees saberlo,
y sin embargo sigues esperando
que algo suceda,
que alguien revierta tu destino.
No huyas más; nadie vendrá.
Deja que tu soledad te estremezca,
y vive intensamente:
la muerte no espera.

VII.
Todo lo que te rodea
está dentro de ti;
todo es un juego,
una ilusión, un truco:
la soledad es tu cuna
y tu epitafio
irremediablemente.

XI.
Dejo los libros sobre la mesa,
vuelvo a la noche,
a los sueños que me absorben
como agujeros negros,
a esta inútil persistencia
de arrojar migas
en el camino,
por el que no he
de volver.

Andrés Florit